Buenas noches, lectores, disculpen que deje mi publicación anterior en el aire (os adverti que me encanta divagar), pero este relato tiene tiempo con ansias de publicarse. Mañana temprano les prometo la conclusión de mi anterior divagación. Sin más preámbulos:
El lugar estaba como todo buen local durante una fiesta, lleno de humo, la música a todo volumen, tantas personas que no se puede caminar, estoy seguro que un claustrofóbico no duraría mucho tiempo aquí.
La mesa en la que estamos sentados no es exactamente cómoda, tiene una especie de desnivel, presumo que fue por causa de una mala construcción, somos varias personas sentadas alrededor de la misma; creo que si conozco a una o dos de las personas sentadas junto a mi es mucho. Todo comenzó con un “¿Vas a hacer algo hoy en la noche?” Y ahora mírame, tomando una cerveza y con un aburrimiento de cielo y tierra, rodeado de extraños, y sin embargo solo…
Pensé en levantarme e irme del local, dar un pretexto a los extraños tal como “Me duele la cabeza” o simplemente un “Me siento mal”, pero son extraños después de todo, podría irme y creo que no lo notarían, aunque la muchacha sentada a mi derecha está muy entusiasmada hablando conmigo mientras asiento levemente la cabeza y hago gestos de comprensión, pero no entiendo absolutamente nada de lo que dice…
Lo cierto es que algo hizo que bajara de las nubes de mis pensamientos en ese momento y retornara a interesarme por lo que ocurría, quizás fue el cambio abrupto a una música un tanto psicodélica, o el cesar de las carcajadas patéticas de los extraños sentados en la mesa, el hecho es que decidí levantarme y pedir otro trago, ya que lo que tenía en mi mano ya no era más que una mezcla de saliva y cerveza caliente.
Camine hasta la barra y dije con voz tranquila “Oye, dame una cerveza”... En un principio no repare en su presencia, la de esa mujer hermosa sentada apenas a unas cuatro o cinco sillas de distancia de donde yo estaba, en el medio de la barra. Era simplemente hermosa, cautivadora, una piel inmaculadamente blanca, una cabellera envidiable, unos ojos que al hacer contacto visual podrían desmayarte, ¡Ah! Y ni hablar de ese atuendo tan lascivo que con tantas ganas le muestra al resto de los espectadores.
En una mano sostiene el cigarro, mientras que la otra reposa en su pequeña falda que apenas cumple con su función, su mirada no se centraba en un solo sitio, iba de un lugar a otro por el local, buscando algo o alguien, buscando diversión… Había varias personas alrededor de ella, como buitres, acechadores, esperando el momento para atacar… Ninguno tenía chance alguno con ella, estoy seguro que era capaz de manipularles a todos y hacer que siguieran sus órdenes si así lo quisiese, pero esto último nunca lo comprobé.
La noche volvía a tener sentido, mi objetivo estaba claro, necesitaba saber quién era, la necesitaba para mi… Pero, ¿me acerco a ella y me uno a los buitres? O tal vez llamo su atención de otra manera, tengo suficiente dinero, puedo enviarle una botella de algo caro, no… Eso no va a servir, no es una cualquiera barata. Bueno, no hago nada aquí sentado mirándola de reojo…
Acabe la cerveza rápidamente y camine hasta el lugar de la barra en el que ella se encontraba, me abrí paso entre un par de buitres que me miraron mal, y pedí otro trago, una cerveza, e hice todo lo posible por ni siquiera verla. No sé porque pensé que haciéndome el indiferente ella tal vez se percataría de mi presencia, gracias a dios el barman se tomo su tiempo para traerme la cerveza... ¡Porque rayos pedí una cerveza! Va a pensar que soy un cualquiera medio borracho en busca de más alcohol…
― ¿Tienes cigarros? ― Su voz era igual de tentadora que su propia persona, no se a quien se dirigía pero inmediatamente los buitres alargaron sus alas y sacaron cigarros de las mil y un marcas existentes, aun así logre decir algo.
― Disculpa, no fumo ― ¿Acaso soy imbécil? ¡Como le voy a decir eso!
― ¿Por qué? ¿No te gusta? ― Increíble, el destino realmente existe.
― Pues sí, no me gusta, prefiero una cerveza bien fría ― Tome un sorbo de mi cerveza que el barman recientemente había colocado sobre la barra.
― Interesante, no pareces de por aquí, ¿primera vez que vienes? ― Su voz era simplemente majestuosa, aunque la música del local era alta su voz la podía escuchar perfectamente…
― Si, ¿y tú? ― Creo que si ella pregunta si es primera vez es porque ella ha venido anteriormente, ¿no?
― Pues claro que he venido, me encanta este lugar, aunque el ambiente esta un poco aburrido hoy ― miro de mala gana a los buitres, y ellos a su vez me vieron de mala gana a mi... ― ¡Que te parece si damos una vuelta! ¿Vale? ―
Sentí como me sumergia lentamente en aguas desconocidas para mí, desconocidas pero tan tentadoras, tan bellas y divertidas que esperaba nunca salir de ellas…
Aguas tan peligrosas y a su vez tan hermosas…
Hasta aquí llega el relato hasta donde lo he escrito, denme un par de horas y regreso para publicar el resto de la historia que les prometí hace tiempo...
Con demasiado que escribir y poco tiempo para hacerlo
Randulf Schäfer
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