Es necesario que entiendan ese concepto que intente explicar en mi entrada pasada, la pira… Relacionad la pira con… Una fiesta rave, pero sin luces psicodélicas y música moderna, sin embargo, el principio, intacto…
Lastimosamente, las personas que cazan y frecuentan estos lugares ya no logran diferenciar a cierto tipo de personas, aquellas que son distintas, que emanan una “esencia” o “aura” particular, no hablo de atracción física, si no de una especie de sentimiento que irradian que se siente como una combinación entre adoración y respeto por la persona... Pero cuando estas de cacería son estas las cuales más te atraen, y por supuesto, fue así como decidí cazarle.
Me encontraba en camino a un pueblo alemán cuyo nombre no recuerdo, su sola presencia opacaba los detalles del entorno, su cabello era como el color de la miel, su piel tan blanca como la nieve y sus ojos ¡Ah! Como olvidar esos grandes y hermosos ojos café ¡Eran como para perderse en ellos! ¿Jamás han estado con una mujer que solo provoca verla?... Una mujer completamente diferente.
― ¿Adonde se dirige usted con tanta prisa a esta hora, Señor? ― me pregunto la muchacha, con esa simple frase llamo mi atención y en ese instante decidí cazarle.
―Me dirijo a casa de un viejo amigo el cual se encuentra muy enfermo, pero no conozco estas tierras lo suficiente. ¿Sería usted tan amable de guiarme hasta el pueblo, Señorita? ― ¡Que mentira! Conocía esas tierras perfectamente y no conocía a nadie en aquel pueblo, mi plan era pagarle al primer anciano que viese para que me siguiera la corriente. Ella accedió a mostrarme la vía al pueblo, ya que ella misma necesitaba entregar un mensaje urgente.
Y fue así como tuvimos nuestro primer encuentro, tranquilamente me acompaño, (o la acompañe, porque ella tampoco conocía muy bien el camino) hasta el pueblo mientras yo escrudiñaba, a través de mis incesantes pero siempre modestas y respetuosas preguntas, quien era ella. Descubrí con fascinación que era una monja recién llegada al convento, que había servido a una iglesia mayor de una ciudad no muy lejana y había venido a este pueblo como parte de un enviado religioso para dictaminar sentencia (¿torturar?) a unas supuestas brujas. Ella por su parte me pregunto quién era y todas esas preguntas que se le hacen a un extraño. Mi plan estaba en marcha, yo estaba cazando.
De tal manera, me convertí en un noble alemán, el cual se dirigía al pueblo para ayudar a un viejo amigo de su padre que juro proteger y ayudar cuando lo necesitase. Era una mujer inteligente, curiosa y precavida, por lo cual no podía actuar arrogante ni egoísta, debía fingir el altruismo en pequeña medida puesto a exagerarlo no le llamaría la atención. ¿Llamarle la atención? Eso era un chiste, era una monja, no iba a interesarse de cualquier hombre.
Se despidió rápidamente de mí y se dirigió a una casa en donde la esperaba un hombre corpulento y alto en la entrada. La seguí con la mirada hasta que desvaneció entre las casas del pueblo, yo por otra parte decidí encontrar un anciano con ganas de mentir por dinero ¡Que tarea tan dura!
Iba a ser una larga y difícil cacería…
Decidí preparar las condiciones durante una semana antes de volver a verla, encontré una familia compuesta por un anciano y sus dos hijos a los cuales pague una suma de dinero significante para que continuasen mi mentira, arregle un poco mi nuevo hogar, el cual era un anexo de su casa y comencé a indagar en el pueblo sobre mi preciosa presa. Las opiniones era siempre similares ¡Que mujer tan dedicada!, ¡Esa señorita no parece una monja!, ¿Monja? ¡Yo diría Santa!...
Todos los pueblerinos coincidían con lo mismo, la mujer parecía enviada de los cielos para ayudarlos a todos, se había desatendido de los problemas con las brujas, las cuales ya habían sido torturadas por las autoridades, y ahora viajaba diariamente al pueblo para atender a los desamparados y los huérfanos que una guerra reciente había ocasionado.
La cacería era cada día más difícil ¿Cómo podría dañar a una mujer así?... Después de conocer las opiniones de los pueblerinos, cualquiera se olvidaría de esa presa, lastimosamente, no soy cualquiera, al escuchar las opiniones con mas afán me dedique a mi tarea. Necesitaba trabajar mucho más duro, por lo tanto decidí cambiar el curso de mis planes, un par de instrucciones a mis queridos “amigos” en el pueblo para que corriesen el rumor que había decidido mudarme al mismo y que regresaría dentro de poco tiempo.
Fui a rellenar mis arcas de dinero, me tomo más de una semana llegar hasta mi casa en la ciudad, aquí dure un par de semanas más tratando de contactar a unos “familiares” que me ayudarían a conocer algo más acerca de mi presa, necesitaba saber un poco más de su pasado antes de regresar a ella…
― ¡Estás loco, Hermano mío! Desiste de semejante idea, no lograras nada obsesionándote de ella, conformaos con la gente común, ¡no os envolváis con ella porque solo lograras tu muerte! ― El tono de voz de mi hermana cuando me regañaba siempre me irritaba, pero necesitaba su red de “información” para lo que planeaba hacer en el futuro.
― Quizás estoy loco, pero no tengo nada que hacer y ella me sigue pareciendo interesante, han pasado muchos años desde el último momento en el cual encontré algo que me estimulase de la misma manera ―. Creo que mis ojos brillaban con alguna intensidad nueva porque mi hermana no quitaba su mirada de ellos.
De todas maneras, le indique que enviara una carta con los detalles de su investigación a mi nuevo “hogar” en el pueblo, esperaba que sus investigaciones me dieran un detalle táctico para continuar mi cacería, algún detalle que explicara su conducta, algo que me guiara para entrar en su mente.
Que errado estaba… Al regresar al pueblo, descubrí que sus fuentes hicieron el trabajo de una manera excelente y que el anciano del pueblo guardaba un paquete con mi nombre el cual contenía toda la información recaudada de mi presa en una serie de documentos, descubrí que la muchacha era una santa desde niña, su padre murió en una batalla en la frontera y su madre durante el parto por lo tanto vivió en un orfanato durante su infancia para luego dedicarse a la religión.
Todos sus actos eran benéficos, benevolentes, era completamente altruista, no había una mancha en su expediente, mi “Santa” no tenía defecto alguno…
Había transcurrido un mes desde la última vez que la vi pero mi obsesión era cada día mas grande, necesitaba verla, así que me dirigí al monasterio con algunas monedas demás en el bolsillo para hacer donaciones y ofrendas.
Para mi todos los monasterios eran parecidos, sin embargo, se notaba que alguien había, recientemente, remodelado y mejorado el inmueble, siempre he sido una persona carismática y en poco tiempo ya habían varios monjes preguntándome que hacía en el monasterio, hable con ellos sobre el monasterio, la situación de las tierras y del pueblo, siempre con el semblante de un noble con la intención de ayudar a las personas allí congregadas. Logre mi objetivo, puesto a que me invitaron a un recorrido por las instalaciones y luego a comer junto a ellos; reconfirme la información sobre ella a través de las palabras de varios monjes, aunque no logre hablar con ella, pude divisarla en una mesa lejana durante la comida, puesto a que comían en lugares distintos los hombres de las mujeres, patético. Y fue cuando me disponía a salir del monasterio que me “intercepto”…
― ¿Qué nos oculta, señor? ¿Quién es usted, realmente? ― Dijo la muchacha con una voz muy dulce pero firme decidida a saber que ocurría. Me puso a sudar, antes nadie había podido descifrar quien era o cuales eran mis intenciones, nunca antes habían sospechado (tal vez, Elizabeth, pero ella no cuenta) Sin embargo ¡Esta muchacha lo adivino apenas comenzando el plan! No era momento para desesperarse.
― No le oculto nada a nadie y creo haberle dicho ya quien soy, Señorita, ¿Por qué usted duda de mi persona, acaso le inspiro desconfianza?― Dije sonriente, con la confianza que los años me han dado.
― A mi no me puede engañar, Señor. No pienso decirle nada a nadie, pero sepa usted que Él lo perdona todo y sus brazos siempre están abiertos, cuando usted desee le escuchare y aconsejare―. “¿Qué demonios?” ¿Cómo…? Sentí que sus ojos perforaban mi alma, me invitaban a seguirla, a amarla… Me quede paralizado con los ojos abiertos de par en par, incrédulo ante lo que escuchaba, la mire fijamente, sonreí, di media vuelta y me largue de ese lugar como si fuese un demonio quemándose ante el contacto de la luz divina.
Pasaron un par de días hasta que volví a escuchar de ella, había decidido ir a un pueblo en las fronteras que estaba en un estado deplorable junto a una comitiva de parte de la iglesia. Ya no deseaba cazarla, solo quería verla, ahora era yo quien quería saber quién era ella realmente…
Por meses la seguí, no tenía intenciones de hacerle daño, solo la perseguía a la distancia y la ayudaba indirectamente de todas las formas que podía…
― Dime, ¿no fue eso lo que te dije? ¿Y ahora que piensas hacer? ¿Perseguirla día y noche hasta el día en el que uno de los dos muera? Porque tú, lo sabes mejor que cualquiera de nuestros hermanos, perder el tiempo enamorándose de una mujer mortal es patético y no solo eso ¡de una monja, como si pudiese responder tu amor!― Mi hermana y su voz siempre irritante… Aunque su reproche tenía cierto grado de veracidad…
― Entiendo lo que dices, pero sus ojos ¿Cómo puedo olvidarlos? Ella sabe algo que nosotros desconocemos, Hermana. Y estoy dispuesto a saber que es ― Nos habíamos reunido por casualidad, me encontraba en alguna taberna de una gran ciudad amurallada esperando a que la monja terminase su trabajo en esta ciudad y partiese a la próxima… Mi hermana nunca comprendió el amor que ahora sentía por ella, seguía pensando que estaba obsesionado y solo debía dejarlo ir…
Pero no fue así, decidí mostrarme ante ella, explicarle que tenía meses siguiéndola, que la amaba y la necesitaba. Que imbécil fui…
El amor platónico era en este caso, amor no correspondido, y cuando esto ocurre y una de las personas se le ocurre declarar sus sentimientos, es posible que la otra no entienda lo que sucede y decida alejarse… Pero, aunado al amor recién declarado ¿explicarle quien era realmente y que la acechaba desde hace un año? ¡Qué idea tan patética la mía! ¿Cómo llegue a pensar que una monja del siglo XVI podría asimilar todo esto en tan poco tiempo y continuar tranquilamente viviendo?
Al escuchar esto se torno paranoica, ya no era capaz de encontrar el lado bueno de las cosas, pensaba que todos ocultaban secretos similares al mío.
En los días siguientes me busco, diciéndome que el mundo se acabaría si no hacíamos algo, explicando que todo el mundo estaba condenado por personas como yo, como mis hermanos, como aquel hombre que se levanta en las mañanas pensando en alimentarse de almas perdidas, como aquella mujer que vive de los sueños de los demás y muchos otros que su alma esta maldita a vagar en el mismo mundo que nosotros… Me decía a gritos que debíamos advertirle a la gente, que necesitábamos hacer algo y parar a todos esos cazadores furtivos, que como yo, se divertían a pesar de la gran cantidad de sufrimiento que existía en el mundo. Debí escuchar las palabras de mi hermana, porque las que ahora escuchaba no eran las de una monja benevolente hablando de amor, si no de una paranoica gritando sobre el apocalipsis y de la ira divina…
Quién sabe qué paso por su mente en sus últimos días, antes de su suicidio… Lamente escucharlo de las bocas de los mendigos, que hablaban sobre una mujer que se ahogo en el río y se parecía mucho a la monja que había desaparecido hace ya una semana…
¿Me arrepentí y lamente su muerte? Si lo hice… ¿Cambie luego de su muerte? Si, deje de cazar y empecé a llevar una vida como la de mis hermanos, de ermitaño… Desperdicie mi vida siguiente como un monje, y en la siguiente me di cuenta que vivir de esa manera no encaja con quien soy…
No he vuelto a cazar desde ese incidente y no pienso hacerlo… Pero algunos aspectos de mi vida cambiaron, como la manipulación de personas para el placer propio; por otra parte, mi arrogancia y la hipocresía duro cientos de años más…
Lo prometido es deuda, así culmino la historia mi mayor amor platónico, con una mujer ahogada y un hombre deprimido… Pero nada es para siempre, la depresión pasó rápidamente y continúe viviendo… Os prometo más relatos de mi vida en publicaciones futuras y espero que les haya gustado, mis queridos lectores…
Con mucho que escribir y con ninguna excusa para no hacerlo.
Randulf Schäfer